sábado, 25 de febrero de 2017

DE LA PRISION A LA DERIVA. Diario de un refugiado V


“sino yo triste y cuitado
que vivo en esta prisión
que ni sé cuando es día
ni cuando las noches son”

Tras unos días de viaje en aquel barco, todos amontonados, tuvimos que parar en Italia para hacer unas reparaciones urgentes, en el mismo, por sobrecarga debido al exceso de pasajeros que íbamos en él. De repente, nada más atracar en el muelle, la policía italiana subió al barco para inspeccionar la carga; cuando comprobaron la cantidad de pasajeros que íbamos sin documentación, nos detuvieron y nos llevaron a un centro de detención de inmigrantes ilegales hasta que se aclarase la situación.

En aquella prisión, la situación era horrible. Mucha gente, poco espacio, mal olor, poca comida ni agua, y poca ventilación. De vez en cuando, por una ventanilla nos tiraban papelitos con información del exterior, y con eso íbamos alimentando nuestra esperanza, confiando en que pronto saldríamos de allí y podríamos volver al barco que nos llevaría a nuestro ansiado destino.

Estuvimos varios días sin recibir ninguna información del exterior, y nuestra angustia nos hizo pensar en buscar la forma de huir de allí, aunque eso parecía imposible. De repente, un día los policías abrieron las puertas y nos dejaron salir a todos, porque entendieron que nuestra huida no tenía nada que ver con el gobierno italiano. 

Fuimos corriendo al muelle para subir de nuevo a nuestro Stanbrook, pero ya había partido hacía dos días. Aquella aventura no parecía tener final feliz nunca. Que viaje más horrible.

Al final del puerto, vimos un montón de gente y nos dirigimos hacía allí, con la esperanza de que fuese otros barco que nos llevase a nuestro destino final. Y efectivamente, aquello era un barco, pero no el Stanbrook; era una barcaza sin medidas de seguridad, ni capitán experimentado, ni comida, ni camarotes, ni nada. Tuvimos que dejar en tierra casi todo nuestro equipaje, y meter en una mochila lo imprescindible: algo de comida, algo de agua, ropa de abrigo, el móvil, y poco más. En aquella barcaza sobrecargada de gente, cada uno cogió un chaleco salvavidas que desde luego no era de su talla; a mi me dieron uno como 3 tallas menos de lo que necesitaba, pero no podía elegir.



En aquella vieja ciudad,
la prisión abierta está.
sin parar huiremos todos,
para correr hasta llegar.


Respondiole amigo Álvaro

tal respuesta le fue a dar

"Yo no digo mi canción

sino a quien conmigo va".

CONSEJOS DE PATRONIO. Diario de un refugiado IV


Cuando estábamos en la fila, de pronto llegó un hombre que nos ofrecía la posibilidad de llegar hasta Italia todos juntos por tierra, en un viaje largo, caro y difícil, porque nos pedía mucho dinero para ello. Las dudas nos agobiaban a todos, y entonces yo pedí consejo a Álvaro, hijo de Pablo, amigos desde pequeños, y después de lo vivido en el apartamento, teníamos mucha confianza el uno en el otro.

- Querido Álvaro, la situación esta complicada, y no se que hacer, porque de mi familia no me quiero desprender, pero gastar más dinero en hacer el mismo viaje que ya ha pagado mi padre, y con menos seguridad, me da mucho que pensar.

- Querida Alía, te voy a contar un cuento sobre "Lo que sucedió a un hombre que iba cargado con piedras preciosas y se ahogó en el río"


"...había un hombre que llevaba a cuestas gran cantidad de piedras preciosas, y eran tantas que le pesaban mucho. En su camino tuvo que pasar un río y, como llevaba una carga tan pesada, se hundió más que si no la llevase. En la parte más honda del río, empezó a hundirse aún más.
»Cuando vio esto un hombre, que estaba en la orilla del río, comenzó a darle voces y a decirle que, si no abandonaba aquella carga, corría el peligro de ahogarse. Pero el pobre infeliz no comprendió que, si moría ahogado en el río, perdería la vida y también su tesoro, aunque podría salvarse desprendiéndose de las riquezas. Por la codicia, y pensando cuánto valían aquellas piedras preciosas, no quiso desprenderse de ellas y echarlas al río, donde murió ahogado y perdió la vida y su preciosa carga"
- Querido Álvaro, con esto me has ayudado a decidir, que camino debo elegir. En el barco voy a subir, aunque separados tengamos que ir.

MORALEJA
A quien por codicia su vida aventura,
sabed que sus bienes muy poco le duran.

El diario de Stanbrook. Diario de un refugiado III.



“La Madre Gloriosa, tan ducha en acorrer
la que suele a sus siervos en las cuitas valer
a este condenado quísolo proteger
recordose el servicio que le solía hacer…”


Llegamos a Valencia y nos encontramos con unos amigos de mi padre, que igual nosotros, intentaban huir de esa situación. Pablo, que asi se llama el amigo de padre, nos dio un número de teléfono para llamar a un hombre que nos daría unos billetes para subir a un barco que nos llevaría a nuestro destino deseado.

Después, cuando por fin pudimos contactar con Juan (el traficante), nos pidió una gran parte del dinero que nos quedaba, y nos mandó a un apartamento, que estaba casi en ruinas, y había muchas otras familias como la nuestra. Mi padre le dió el dinero, y nos dijo que esperasemos allí hasta que volviese.

Pasaban los días y Juan no venía. El hambre, la suciedad y la enfermedad empezaba a crecer en aquel apartamento sucio y lleno de gente. Solo había un servicio para todos, y la gente empezaba enfermar. Una mañana, me armé de valor, y salí por una ventana a escondidas para buscar a Juan. Llegue al puerto, pero no le encontré por ningún lado. Aprovechando mi salida, compré alguna medicina, un poco de comida y agua para mi familia y la de Pablo.

Dos días más tarde, por fin, llegó Juan con nuestros billetes, y rápidamente nos fuimos al puerto para subir al Stanbrook. La fila era enorme, y lo peor, es que cuando estábamos a punto de embarcar, nos separaron en dos filas: adultos por un lado, y menores por otro. La angustia que sentí al separarme de mis padres, no quiero ni recordarla. Mis 3 hermanos y yo, nos pusimos en la fila que nos dijeron, llorando y gritando para que no nos separasen, pero fue inútil.

El barco en puerto está, pronto de allí saldrá.
Mis padres sollozarán, mis hermanos llorarán.
La triste separación, el viaje llegará.
Una gran desolación, mi corazón tendrá.