sábado, 4 de marzo de 2017

COPLAS A LA MUERTE DE SUS HERMANOS. Diario de un refugiado VI.




“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir…”

Ya está, al fin embarcamos en la el transporte que pensábamos que nos iba a llevar, a lo que creíamos que iba a ser la solución de nuestra situación. El terrible sentimiento que teníamos mis hermanos y yo de tener que separarnos de nuestros padres y conocidos, de perder nuestros objetos mas preciados; era enorme. Ademas era por la tarde en un día nublado, y eso no ayudaba a que el sentimiento fuese diferente.

“Los estados y riqueza,
que nos dejen a deshora
¿quién lo duda?
No les pidamos firmeza,
pues que son de una señora
que se muda,
que bienes son de Fortuna…”

El mismo día que embarcamos, empezamos a sentir todos, un pánico por la enorme oscuridad que allí abundaba. Intentábamos ser fuertes pero, no era fácil.
De repente, un lateral de la barcaza fue golpeado por algún animal marino, y por la intensidad del golpe, tenia que ser terriblemente enorme.

“contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando...”

Días después, nos encontramos un temporal en el camino, las condiciones meteorológicas eran horribles. La embarcación no era para nada segura, ya que se balanceaba todo el rato, de un lado a otro sin parar.
A causa del frío, fallecieron una cantidad grande de personas. Yo personalmente estaba muy asustada, porque todos mis hermanos empezaban a enfermar.
Al día siguiente de que sucediese todo lo anterior, por la mañana me pude dar cuenta de que mis hermanos habían muerto. El sentimiento era indescriptible.

“Sus grandes hechos y claros
no cumple que los alabe,
pues…”

Todos y cada uno de ellos era especial por separado, pero juntos eran impresionantes. Ellos ayudaban siempre que podían a personas que necesitasen ayuda. Simplemente, eran muy grandes de corazón.

“No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas,
pero…”

Ellos, eran para mí, un pilar fundamental para mi vida. No sé, si podré ser la misma persona sin ellos...

“y aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.”

A continuación, unos cuantos días después, vimos a lo lejos una barca que venía hacia nosotros. Cuando se acercó más, pudimos ver que era de una ONG. Llegaron donde estábamos y nos socorrieron.
Al fin llegamos a costa gracias a la barcaza de la ONG. Fue un alivio y ese momento era terriblemente esperado por mí.

“cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.”